Responsabilidad social corporativa: solo una tendencia o un beneficio real

La responsabilidad social es un término muy popular en los últimos años. En particular, es un concepto que ha pasado a formar parte de la jerga y estrategias de grandes y pequeñas empresas con las siglas RSC (Responsabilidad Social Corporativa). La idea de que las empresas, y no solo los Gobiernos, se preocupan por el aspecto social y el bien común no es intuitiva. El propósito de una empresa debe ser maximizar los beneficios y, por tanto, el rendimiento para sus accionistas.

Sin embargo, si el horizonte temporal se evalúa en un período suficientemente largo, la empresa debe considerar, para seguir creciendo y prosperando, no solo el retorno de sus accionistas, sino también de todas las demás personas que en de alguna manera se ven impactados por el trabajo de la propia empresa (los grupos de interés), ya sean clientes, empleados, proveedores o personas que forman parte de la comunidad en la que se ubica la empresa.

De hecho, a la larga, operar de forma poco ética o no respetuosa con el medio ambiente y las personas determina repercusiones nada despreciables que acaban impactando en el margen y el beneficio de la empresa.

Por el contrario, una empresa que se comporta de forma socialmente responsable tiene beneficios tangibles inmediatos.

En primer lugar, una mejora en su imagen pública y en el reconocimiento de su marca. Esto también se hace a través de la cobertura mediática de iniciativas que tienen un impacto social positivo. Como resultado, esta imagen pública responsable mejora las ventas. De hecho, crece la gama de clientes atentos a la responsabilidad social corporativa, en particular la entrada de millennials, sensibles a estos temas, al mundo de los consumidores. Varios estudios muestran que un porcentaje cada vez mayor de consumidores decide conscientemente no comprar productos de empresas que no tienen un ADN de responsabilidad social, y muchas veces los publicitan de forma negativa a través de sus perfiles sociales. Por el contrario, más del 55% de los consumidores están dispuestos a pagar más por productos que provienen de empresas sostenibles.

Un segundo efecto positivo de la responsabilidad social es la capacidad de motivar más a sus empleados y de atraer y retener talento durante más tiempo. Las mismas personas, que como consumidores eligen empresas socialmente responsables, al ofrecer sus habilidades como empleados son las primeras en buscar empresas que tengan alma y con cuyo trabajo se identifiquen.

Por supuesto, los inversores tampoco son insensibles a estos aspectos. Financiar empresas con una sólida reputación y buena imagen da mayores garantías de rentabilidad a largo plazo y, por tanto, las empresas socialmente responsables tienen un acceso más fácil a los recursos financieros.

Finalmente, la responsabilidad social conduce a iniciativas que al reducir los residuos, ya sean energéticos o de materias primas, tienen un efecto directo en la reducción de costes.

Por estas razones, hoy el 93% de las 250 mayores empresas del mundo cuentan con un informe anual sobre sostenibilidad y se considera de tal importancia el tema de la Responsabilidad Social Corporativa que tienen roles en la compañía enfocados exclusivamente en estos aspectos.